¿Cuáles son las cosas que tengo en mis manos para realizar? ¿Cuáles son las cosas que puedo hacer pero que no las hago? No pregunto por lo que realmente no puedo, sino por aquello que tengo la posibilidad y la oportunidad pero lo dejo ir… Según Jesús, en la parábola de los talentos (Mateo 25:26), la descripción de alguien que no hace lo que puede hacer es: “Perverso y perezoso.» Es interesante que unan estas dos palabras “perversidad y pereza,» quizá la primera palabra suene muy fuerte, pero Jesús la usa para describir al hombre perezoso, ¿Qué significa en si esta palabra? según el diccionario:
“Que obra con mucha maldad y lo hace conscientemente o disfrutando de ello.”
Si lo miramos de esta forma, en cierta parte, el perezoso, sí que es perverso. Partiendo de que la pereza es pecado, ya que nos lleva a evadir nuestras distintas responsabilidades, podemos afirmar que la pereza es un mal, por lo que, aquel que es perezoso obra con mucha maldad, ya que es consciente de su pereza, y en la mayoría de los casos disfruta practicándola, ¿acaso no disfruta el joven que se salta sus respectivas clases para pasarla de bar en bar y de copa en copa con sus amigos? ¿no disfrutan los padres que abandona la educación de sus hijos por el entretenimiento de la tecnología y sus amigas las redes sociales? ¿no es la pereza la que nos aleja de construir relaciones sanas y sinceras, ya que confrontar situaciones es muy cansador y desgastante? ¿acaso no es la pereza la que nos lleva a evadir la lectura bíblica y la oración (relación con Dios), quitando así de nuestro alcance la verdad, y acercándonos la religión, tragándonos todo lo que nos cuenta cualquier líder religioso «llámese Papa, o Apóstol»? En esta generación se nos ha colado un cáncer espiritual, intelectual y emocional, al cual suavizamos su peligro e importancia llamándole pereza…