Si tuviéramos tal confianza en Dios de tal forma que creyéramos realmente en su Soberanía y amor hacia nuestras vidas, viviríamos de una manera distinta, sin miedos, sin reservas, sin cobardía… en fin, viviríamos como Jesús vivió, el cual no tuvo miedo de amar a pesar de no ser correspondido, quien no guardó ni una pizca de su amor, a sabiendas que los beneficiarios de este responderían con rechazo y odio. Jesús siguió amando aun cuando aquellos, a los cuales amaba, lo llevaron a la cruz, y en sus últimos minutos de vida donde podría acusar a sus verdugos por todas sus maldades, escogió seguir amándolos pidiendo al Padre que les perdonara. Solo alguien que confía plenamente en la autoridad y poder de Dios, a pesar de cualquier circunstancia vivida, puede entregarse de esa forma.

Jesús era totalmente dependiente de Dios, eso le llevó a ser Jesús, a ser uno mismo con Dios. Hoy, el Ser humano ha escogido ser independiente, vivir sin Dios, hemos alejado a Dios de nuestras vidas, y el fruto de eso son los divorcios, los malos tratos, las infidelidades, el rencor, el orgullo etc… Vivimos en una sociedad que quiere aprender a vivir con las cosas de Dios (amor, gozo, paz, fidelidad, justicia, etc…) pero sin Dios, y esto es imposible. Hasta que no entendamos que lo que verdaderamente necesitamos es Dios, no habrá una metamorfosis en nuestras familias, nuestros barrios, nuestras ciudades y en nuestra nación. El único que puede enseñarnos a tener esa dependencia de Dios, es Cristo, por lo que, necesitamos a Cristo si queremos ver una transformación en nuestro entorno, comenzando en nuestro propio corazón.

Autor: Neemias Da Silva.