Mateo 21:9-10 NTV: Jesús estaba en el centro de la procesión, y toda la gente que lo rodeaba gritaba:«¡Alaben a Dios por el Hijo de David!¡Bendiciones al que viene en el nombre del Señor!¡Alaben a Dios en el cielo más alto!».Toda la ciudad de Jerusalén estaba alborotada a medida que Jesús entraba. «¿Quién es este?», preguntaban.
Este texto me recuerda a algo muy cercano a todos los andaluces y españoles, a un acontecimiento que estamos a punto de vivir… «La Semana Santa»
Que interesante que el texto dice que Jesús era el centro de la procesión, y que la ciudad gritaba alborotada: «alabadle alabadle», para unos días más tarde seguir gritando, pero de esta vez palabras diferentes: «crucifíquenlo crucifíquenlo».
Que similitud tan grande hay entre el texto y lo que viviremos dentro de unos días… Durante un momento en todo el año, las calles de nuestros pueblos se vuelven «cristianas» exaltando a Cristo por aquello que el hizo, emocionados por ver aquel y este paso para recordar aquellos sucesos tan increíbles que marcaron la historia de la humanidad, pero días después, exactamente el lunes 28 de marzo, de una forma simbólica, aquellos mismos que esperaban emocionados para presenciar el «recuerdo de Jesus», con los diferentes tipos de representaciones artísticas, de las distintas imágenes representando el «cristianismo», todos vuelven a su día a día habitual, crucificando y enterrando a Cristo, lejos de sus corazones y mentes, para aguardar el próximo año salir una vez más a las calles y gritar: «alabadle alabadle», muy parecido a lo que hicieron en Jerusalén hace ya más de dos mil años…
Si la sociedad pudiera entender que La esencia de Cristo no está en esa brillante obra artística, la cual levantan en sus hombros, sino que en las escrituras (la Biblia), donde quedó plasmado todo lo Cristo deseaba que supiéramos de Él. Entonces pasarían de llevar a Cristo en sus hombres, a llevarle en su corazón, no una semana al año, sino todos los días de sus vidas… Ya que, el propósito de su muerte y resurrección, no fue que le recordáramos durante unos días, a través de una estatua que refleja más bien poco de lo que Él fue y lo que Él es, sino para habitar en nuestros corazones, y establecer no una religión, sino una relación de amor con nosotros, a los que Él nos llamó, no siervos (así podrían considerarse algunos al cargar tales imágenes en sus hombros) sino amigos, a los cuales ama y desea darles sentido a sus vidas.
Te invito a que no rebajes el cristianismo a una semana, sino que puedas acercarte a ese Cristo el cual cargas, humillarte ante Él en un verdadero arrepentimiento de tus pecados maldades y miserias, y hacerle el Dios de tu vida, el Señor de esta…
¡Pasemos a Cristo de nuestros hombros a nuestros corazones!